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La exportación es el objetivo primordial para un buen número de emprendedores. La globalización y la expansión del comercio online han hecho que los mercados se abran y estén ahora más cerca que nunca. Exportar ya no es un utopía reservada para unos pocos, es una realidad tangible al alcance de todos.

Pero, como todo proceso productivo, exportar requiere un esfuerzo extra, sobre todo en materia de embalajes. Transportar los productos en buenas condiciones es un elemento crucial, porque de ello dependerán tanto el éxito de la venta como la buena imagen de la empresa. Un artículo dañado equivale a un reembolso, y eso repercute en la caja y en la credibilidad del remitente.

Seguridad y facilidad de transporte

Pero, ¿cómo acertar con el embalaje?, ¿qué se debe tener en cuenta a la hora de elegir? El primer criterio a analizar es el de la adaptación del contenido al continente. El recipiente que escojamos, ya sean contenedores de plástico u otros sistemas de transporte, debe permitir que el producto quede bien colocado y distribuido. 

En segundo lugar, debemos pensar en la seguridad durante el transporte. El material ha de llegar a su destino en perfectas condiciones, evitando que se dañe o que pueda contaminarse con otros productos.

Otro aspecto importante es la facilidad de manipulación antes, durante y después del viaje. Tanto el transportista como los usuarios que reciban el material han de poder abrir y cerrar el embalaje sin complicaciones. El tiempo es oro y un embalaje complejo puede resultar inapropiado.

Por último, hay que contar con las normativas de los países por los que deba transitar la mercancía. El transporte de mercancías está sujeto a estrictos controles y deben tenerse muy presentes para evitar problemas.

Tipos de embalajes

La elección definitiva del embalaje dependerá del producto, del medio de transporte en el que vaya a viajar y del lugar de destino. En la empresa Schoeller Allibert disponen de una amplia gama de artículos divididos en dos grandes apartados: cajas y contenedores.

Cajas plegables y apilables

En el momento de elegir caja, hay que pensar principalmente en tres aspectos: el peso, la forma y la fragilidad del producto que vayamos a transportar. Los materiales pueden ser muy diversos; hay cajas de cartón y madera, aunque las que se suelen utilizar más habitualmente son las de plástico.

Dentro de la categoría de cajas de plástico, podemos encontrar modelos plegables, pero la mayoría de empresas opta por cajas apilables con o sin tapa. Este tipo de embalaje, con paredes rectas y base completamente plana, permite aprovechar todo el espacio interior y ofrece las máximas garantías en cuanto a seguridad y estabilidad. También son la mejor opción para organizar el almacenaje en el lugar de destino.

Contenedores

Son estructuras rígidas de mayor capacidad que las cajas. Si la capacidad máxima de las cajas puede rondar los 75 litros, los contendores de plástico pueden soportar volúmenes mucho más altos, cercanos a los 700 litros. Y además, también son estructuras apilables.

Tanto las cajas como los contenedores se fabrican ahora con materiales muy resistentes, que garantizan una entrega de la mercancía en perfectas condiciones.



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