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La logística permite que un producto llegue desde su lugar de producción a cada uno de los consumidores. Y lo hace gracias a la organización eficiente de los flujos de material y de información, imprescindible para que las mercancías lleguen en la forma y el tiempo deseados.

Como no podía ser de otra manera, un proceso tan amplio y complejo se compone de diferentes tipos de operaciones: desde el aprovisionamiento y producción, hasta el transporte, la distribución y el servicio al cliente. Si uno de ellos falla, como un efecto dominó, puede retrasar y perjudicar al resto.

Pero, ¿qué sucede en el intervalo de tiempo entre que un producto se produce y se distribuye o se vende? Es ahí donde entra en juego una de las patas que más peso soporta en el proceso logístico: el almacenaje.

El almacenaje: una fase ineludible

El almacansportados. Aunque también se almacenan materias primas y productos finales en sus puntos denaje es una etapa en la que los productos ya están fabricados pero todavía están a la espera de ser tre distribución, por lo que aparece a lo largo de todo el proceso logístico. Existen diferentes sistemas de almacenaje, que se eligen dependiendo del tipo de producto, su cantidad y también su tiempo de espera. Empresas como Ractem, líderes europeos en estanterías, se dedican a ofrecer estas soluciones de almacenaje.

Las infraestructuras más habituales en los almacenes son las estanterías metálicas (con diferentes características de capacidad y carga a soportar) o bien las estanterías para carga paletizada, para cargar palets de forma directa y mecánica por medio de carretillas elevadoras.

Así, casi todas las empresas cuentan con un almacén, puesto que el proceso de almacenaje es casi ineludible. Habitualmente existe un periodo de espera en el que se organiza el flujo de estas mercancías en stock, con el objetivo de ofrecer un servicio constante a la demanda existente de este producto.

En este proceso, el control de inventario juega un rol crucial puesto que es muy complicado encontrar un equilibrio entre las salidas y las entradas. Así, el almacenaje es uno de los principales aliados de la logística, ya que se trata de una fase que es ineludible en casi todos los casos.

La única excepción se suele dar en los procesos de cross-docking o distribución directa al cliente, en los cuales la manipulación de la mercancía se reduce al mínimo, incluyendo su almacenaje. Aunque, por la complejidad del sistema, solo se suele utilizar en productos perecederos como pueden ser los lácteos o frutas que maduran rápidamente o, un ejemplo muy ilustrativo, la prensa diaria, que suele ir directamente desde las rotativas hasta sus puntos de distribución.

La importancia del stock

Eso sí, salvo en estas excepciones, en la mayoría de los casos, una empresa suele mantener un número mínimo de stock para hacer frente a posibles aumentos de demanda. Y durante todo el proceso logístico se tratará de forma eficiente y con los menores costes posibles con el propósito de recuperar su valor.

Pero con stock no solo se hace referencia a los productos finales listos para la venta, sino también a las materias primas que igualmente se almacenan antes de la fabricación. Incluso una vez que el producto ha llegado a su punto de distribución, por ejemplo un pequeño comercio o un supermercado, también existirá un stock de mercancía y una gestión de inventario para ir reponiendo el producto.

De este modo, el almacenaje es una etapa casi inevitable en la logística. Un proceso que habitualmente se repite en varias ocasiones y que, implementado de forma eficaz, puede dar lugar a la reducción de costes y de tiempos. En definitiva, un gran aliado de la logística y pieza fundamental para el éxito del proceso.



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